Cada 9 de diciembre, el mundo conmemora el Día Internacional contra la Corrupción, una fecha que invita a reflexionar sobre el impacto devastador de la corrupción en las naciones y su capacidad para minar la confianza pública en las instituciones. La corrupción, definida como el abuso de poder, funciones o recursos para beneficio personal, afecta gravemente tanto a los sistemas democráticos como a la equidad social. En su manifestación más común, se expresa a través de actos como el soborno, el nepotismo y la malversación de fondos, que no solo alteran el buen funcionamiento del gobierno, sino que también perpetúan la desigualdad.
Según datos del Banco Mundial, la corrupción provoca pérdidas anuales cercanas a los 2,6 billones de dólares, lo que representa más del 5% del Producto Interno Bruto (PIB) global. Esta cifra refleja no solo una tragedia económica, sino una oportunidad desperdiciada para mejorar la vida de millones de personas. Los recursos mal gestionados y desviados podrían haberse destinado a servicios esenciales, como la educación, la salud y el desarrollo infraestructural.
En América Latina, el problema de la corrupción sigue siendo una de las mayores preocupaciones para los ciudadanos. Un ejemplo claro se observa en la Encuesta de Cultura Democrática realizada en República Dominicana, donde se registró un incremento en el porcentaje de personas dispuestas a tolerar cierto grado de corrupción si esta resultaba en soluciones a problemas sociales. En 2022, el 48,3% de los encuestados expresó esta disposición, mientras que en 2023 esa cifra aumentó al 50,9%. Este fenómeno refleja una creciente desconfianza hacia las instituciones públicas, a pesar de los esfuerzos por renovar la confianza ciudadana tras cambios políticos en el país.
Desde una perspectiva internacional, la lucha contra la corrupción es un tema prioritario para la comunidad global. Según António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, "combatir la corrupción es esencial para proteger los derechos humanos, consolidar el estado de derecho y promover la justicia social". Esta declaración subraya la corrupción como un obstáculo principal para alcanzar sociedades justas y democráticas.
A nivel global, la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción (UNCAC) se erige como el único instrumento legal vinculante que busca erradicar este flagelo. Desde su adopción en 2003, ha sido ratificada por 189 países, lo que demuestra un compromiso internacional para combatir la corrupción de manera eficaz y coordinada.
Este 9 de diciembre, en el marco del Día Internacional contra la Corrupción, es crucial reflexionar sobre la importancia de la transparencia y la rendición de cuentas. El mundo necesita una acción decidida para frenar los efectos nocivos de la corrupción, que afectan no solo a las economías, sino también la esperanza y la confianza de los ciudadanos en sus gobiernos.
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