Este viernes 10 de enero de 2025, Nicolás Maduro asumió oficialmente la presidencia de Venezuela para un tercer mandato, extendiendo su gobierno hasta 2031. La ceremonia se llevó a cabo en la Asamblea Nacional, controlada por el oficialismo, y estuvo marcada por la ausencia de líderes internacionales de alto perfil, reflejando la creciente deslegitimación de su administración en el ámbito global.
Las elecciones presidenciales del 28 de julio de 2024, que dieron como ganador a Maduro con el 51.95% de los votos, fueron objeto de denuncias de fraude por parte de la oposición y observadores internacionales. Edmundo González Urrutia, líder opositor, se autoproclamó presidente electo, respaldado por países como Estados Unidos y Argentina, que no reconocen la legitimidad de la victoria de Maduro.
La investidura de Maduro ha intensificado las protestas en las calles, con manifestaciones lideradas por la oposición que denuncian la falta de transparencia y la represión gubernamental. Organismos internacionales han expresado su preocupación por la situación política y social en Venezuela, instando al respeto de los derechos humanos y al restablecimiento de la democracia.
La administración de Maduro enfrenta desafíos significativos, incluyendo la presión internacional, la crisis económica y la creciente migración de venezolanos en busca de mejores condiciones de vida. La comunidad internacional observa de cerca los desarrollos en Venezuela, esperando señales de apertura política y respeto a los derechos fundamentales de los ciudadanos.
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